En la cocina se tejen relaciones culturales, económicas, sociales, políticas y afectivas que permiten situarse emocional, sensorial y críticamente creando nuevas formas de ver, de pensar y hacer. Por eso, el proyecto propone la activación de un espacio de investigación en donde nos encontraremos a pensar, comer, compartir, aprender sobre diferentes metodologías de mediación artística, cultural y crítica.
Organizaremos jornadas de trabajo internas del colectivo y abriremos espacios para socializar nuestros procesos a otros residentes y a otros agentes de la ciudad.
Nuestras metodologías comestibles las desarrollamos tanto dentro, en el espacio doméstico de la residencia, como en el afuera, entre calles, plazas de mercado, ríos y parques. Nos interesan los cruces y entrelazamientos entre diferentes prácticas artísticas, culturales y comunitarias y buscamos transformar la adquisición de conocimientos en una experiencia colectiva, participativa y creativa. Lo anterior, incorporando una mirada decolonial, migrante y transfeminista.
¿Cómo deconstruir las formas de poder dominantes e incorporar nuevas formas de hacer y de relacionarnos que redunden en los cuidados y en lo colectivo? ¿De qué queremos curarnos? ¿De qué nos alimentamos para curarnos? Durante nuestro proceso de investigación esperamos construir una interfaz de mediación para explorar estas preguntas, promover formas alternativas de conectar con otras subjetividades y aproximarnos a diferentes modos de conocer y habitar el mundo.
Pensamos este proceso investigativo como un espacio dinámico y transformador donde la educación, la creatividad y la alimentación se entrelazan para promover un aprendizaje significativo y la construcción de una visión compartida de un mundo común más solidario.
Crédito de foto: Vanessa Martins